¿Cómo liberarse de la influencia demoníaca?
Sufra o no sufra esa influencia, la persona puede seguir los consejos que aparecen en estas páginas. Pues no hay otro remedio para la influencia que el que aquí se explica. Y si la persona no sufre influencia no le vendrá mal seguir fielmente éstos consejos.
¿QUÉ ES ESA INFLUENCIA?
La influencia puede ser sobre el cuerpo provocando determinadas enfermedades corporales. O sobre la mente, provocando una influencia del demonio sobre las potencias del alma induciendo de forma obsesiva a determinados vicios o pensamientos obsesivos.
Es necesario saber que destruir una influencia demoníaca es como una lucha, hay que resistir, hay que esforzarse. Hay casos de influencia que acaban en minutos y otros por los que hay que orar durante años.
¿QUÉ DEBO HACER PARA LIBERARME?
Encomiéndese con confianza de hijo a su Madre la Santísima Virgen María.
Recuerde que Dios es su Padre y que lo ama como si usted fuera su único hijo sobre este mundo. Dios no se olvida de usted ni un solo minuto. Observa todos sus sufrimientos y algún día lo consolará de ellos. La liberación es siempre un milagro de Dios.
Usar los remedios espirituales no significa abandonar los remedios corporales. No desobedezca a su médico. Usted es cuerpo y alma, las medicinas del medico actuarán sobre el cuerpo, las del sacerdote sobre el alma. Por eso no abandone sus citas con el psicólogo o psiquiatra sin comunicárselo al sacerdote.
Lo primero de todo que debe entender el que padece una influencia es que el remedio más importante para su problema es que el Reino de los Cielos penetre en su corazón. Para esto es necesario conocer más el mensaje y anuncio de Nuestro Redentor Jesús de Nazaret. Para lo cual nada mejor que leer cada día una parte del Evangelio.
También es muy bueno orar a Dios a través de los Salmos, leyéndolos y meditándolos con frecuencia. En su aflicción, puede meditar los Salmos 22 (acerca del justo abandonado) o el Salmo 25 (que es una súplica y alabanza del justo a su Señor). Pero especialmente, el Salmo 23: “El Señor es mi Pastor, nada me falta, en verdes praderas me hace recostar.”
Creer en Dios supone creer en su Único Hijo, Jesucristo. Creer en Jesús supone creer en la única religión verdadera: la Santa Iglesia Católica. Hay que ponerse en paz con Dios, tener fe y obedecer los Mandamientos de Dios.
Para los casos de influencia, la persona tiene que recibir oración de liberación. Bien sea hecha por el sacerdote para que le libere de esa influencia, bien sea por un grupo de laicos que oren por él. Siempre es preferible la oración comunitaria a la de una sola persona, pues el poder de la oración se suma.
Es necesario pedir perdón de los pecados, a Dios y después confesarse con un sacerdote. Si usted oculta algo al sacerdote, no será liberado. Si usted no juega limpio, Dios no lo premiará con la liberación. Obedecer a las directrices del sacerdote es importante.
Nunca hay que buscar la solución a esta influencia en brujos, videntes, adivinos o personas con supuestos dones. Ir a ese tipo de personas en busca de consejo ya es un pecado grave. Solo vaya a sacerdotes de la Iglesia Católica. Busque un sacerdote que sea su confesor y Director Espiritual.
El dolor de los pecados y el cambio de vida es necesario para acabar con las influencias demoníacas. Sin petición de perdón por los pecados no hay liberación de una influencia demoníaca.
Luego hay que llevar una vida cristiana y hacer oración. La oración llena el alma del amor de Dios. Si la persona no ora, no será liberada. Se debe hacer cada día un plan concreto de oración con un horario y tiempo fijado. Como mínimo sugerimos éste plan cada día:
-Leer cinco minutos el Evangelio, meditarlo después diez minutos (mejor si es en una Iglesia delante del sagrario)
-Rezar el rosario (con mucha lentitud y pensando lo que dice)
Es decir, la vida espiritual se fortalece bajo la benéfica y celestial influencia de la Eucaristía, la Virgen y la Biblia.
Escuchar misa y comulgar. Pero comulgar sin haber confesado los pecados graves no sirve de nada, al revés, es contraproducente. Si usted dice que no puede estar rezar o estar en misa porque se siente muy mal, resista. Ente a una Iglesia cuando la vea abierta para saludar al Señor. Trate de pasar tiempo delante del sagrario, allí está Jesús.
Ayunos y sacrificios (limosnas, peregrinaciones, ayuda al necesitado, etc) son útiles para la liberación de esa influencia.
Hay que perdonar de corazón todos los males que hayamos recibido del prójimo. Si usted cree que alguien le ha provocado esa influencia demoníaca, es necesario que le perdone.
Hay personas que tienen miedo de condenarse si mueren con una influencia demoníaca, hay que recordar que si usted está en gracia de Dios no tiene nada que temer. La influencia no actúa en el alma, sólo en el cuerpo o en la mente.
LA TENTACIÓN DE SAN ANTONIO, de Domenico Morelli.
Hay que poner en orden la sexualidad para eliminar la influencia. Si eres joven y sigues practicando el amor libre, el demonio tendrá donde agarrarse y tampoco se logrará expulsar esa influencia. El demonio odia la castidad y la pureza.
Arroje de su casa cualquier tipo de amuleto que tenga. Tire a la basura cualquier libro de magia, horóscopo, adivinación o esoterismo que tenga. Postres o discos de grupos de rock satánicos.
El agua bendita, las cruces y otros objetos bendecidos son útiles, pero recuerden que ellos no pueden suplir la fe. La fe si puede suplir los objetos bendecidos.
El familiar da ánimo, recuerda los buenos propósitos y acompaña en la oración.
Y en conclusión, olvídese del demonio y céntrese en Dios!!.