Consejos
para posesos y exorcistas: Consideraciones pastorales en el desempeño
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Consejos para posesos y exorcistas:
Consideraciones pastorales en el desempeño del ministerio del exorcismo: De la 01 a la 30
Por el Pbro. José Antonio Fortea Cucurull
Los siguientes puntos han sido redactados de forma breve y condensada para ser llevados a la oración de todo aquel que se dedique a este ministerio. De su meditación no sólo se aprovechará el exorcista, sino también el equipo de laicos que ayuden al exorcista, e incluso los mismos posesos si tienen suficiente capacidad intelectual para ello.
1 El libro de Job debería ser meditado línea a línea por cada poseso en su tiempo de oración personal. El libro de Job fue escrito por Dios para dar consuelo a todas las personas oprimidas por la tribulación, es un libro de una gran complejidad en algunas de sus partes, pero el poseso deberá leer el libro como un libro escrito para él mismo como destinatario. La historia de un hombre llamado Job atacado por el demonio. El antes, durante y después de esa tribulación demoníaca, personal y familiar supone una gran enseñanza para todo aquel que vaya a la Palabra de Dios buscando consuelo para su opresión diabólica.
Todo en ese libro sagrado es importante, el antes del ataque, el por qué se permite el ataque, el final del tiempo de prueba, la conversación con los amigos, con la esposa. El sacerdote debe insistir al poseso en que saque enseñanzas para él mismo en cada una de sus líneas.
2 ¿De dónde vienes?, le preguntará Yahveh a Satán. De dar vueltas por la tierra y pasearme por ella, responderá. Tristemente, muchos hombres hacen lo mismo. Lo único que hacen en toda su vida es dar vueltas por la tierra, sin otras pretensiones que vayan más allá de esta tierra.
3 Después los sabeos caerán sobre los siervos de Job para saquear y matar. Irrumpen ellos, pero por instigación del demonio. En estos casos hay que recomendar la oración de Job 1, 21-22: Desnudo salí del vientre de mi madre… Después de la primera visita al exorcista, hay que recomendarles que lean este primer capítulo, para empezar la vida espiritual.
En Job 2 conversan Yahveh y Satán. Dios habla y lo hace para fijarse en lo bueno. Éste es un modo de luchar contra las tentaciones que nos vienen de los demonios. Dios se fija siempre en lo bueno, el demonio se fija siempre en lo malo.
4 “Piel por piel” le dirá el Maligno, y al decir eso dirá la verdad, pues así suelen actuar los hombres. Pero el Padre dará la vida de su Hijo por la de los pecadores. Eso hay que recordárselo al atribulado poseso: el Padre ha dado la vida de su Hijo por ti. También los posesos con sus sufrimientos, una vez que se han confesado y empezado una nueva vida, llevan sobre su cuerpo parte de la pasión de Cristo. Y sus sufrimientos, los del poseso, ganarán muchas gracias para otros, liberándolos de las garras del mal. Y si el poseso es un gran pecador, sus propios sufrimientos le arrancarán de los lazos de la iniquidad haciendo de él un hombre nuevo.
5 El que sufre, desesperanzado por la tardanza de su liberación, puede insistir en que por qué no basta su conversión y ya está, que no debería ser necesario que Dios permita que se prolongue su tiempo de prueba. Pero no debe olvidarse que el cuerpo es la llave del alma. A través del sufrimiento del cuerpo y de la mente se purificará el poseso. El poseso siempre cree estar ya suficientemente purificado.
6 En los ataques que recibirá Job existe esta sucesión: sabeos-Satán-caldeos. Los sabeos simbolizan los extranjeros, los caldeos simbolizan los cercanos (Abraham era Caldeo), a veces la familia. La persona recibe ataques y heridas de los de fuera de su entorno, del demonio y de los más cercanos a él. Tiene que aceptar que esto es así y resignarse a este triple ataque. Muchos se quejan de que su mujer, o sus padres o alguien cercano en vez de ayudarle, todavía le haga sufrir más. Pero también ese familiar cumple una función, también él es parte de la prueba que hay que superar con amor.
7 El torbellino (Job 1, 19) representa el uso de las causas naturales para destruir. El cristiano no debe olvidar que terremotos, huracanes, incendios, enfermedades no pueden ir más allá de lo que él permita. El demonio no tiene permiso sobre estos elementos si Dios no se lo permite. Y siempre lo permite para lograr un bien mayor que la destrucción que provocan.
8 En el libro de Job existe un patrón entre lo natural y lo sobrenatural, entre el mal que viene de las personas y el que viene del demonio directamente:
sabeos-Satán-caldeos-torbellino-piel
Es interesante observar que también se puede leer el libro de Job con una lectura eclesial. Los siervos que mueren representarían los miembros de la Iglesia perseguida por instigación del demonio. Los hijos e hijas estarían en un banquete que es la eucaristía. Los elementos del comienzo del libro no necesitan explicación si se quiere hacer esta lectura simbólica: las ovejas, los pastores, los hijos y finalmente Job. Job sería un símbolo de Cristo doliente, sufriendo en su prójimo, en su cuerpo y en su alma.
9 Ahí lo tienes, pero perdona su vida (Job 1, 6). Se pueden usar esas palabras en casos muy serios para que Satán no los mate. Es muy útil usar las palabras de Dios. Incluso cuando oramos a Dios, usar sus mismas palabras, las de la Palabra de Dios, hace que nuestra oración sea más perfecta, pues pedimos con las mismas palabras divinas. Y no hay mejores palabras que las del Altísimo. Cada versículo de la Biblia es obra de Dios. En sus líneas sagradas encontraremos un tesoro para pedir, para alabar, agradecer, etc. Por eso es tan útil usar la Palabra de Dios en los exorcismos, aunque sean pocos versículos o uno solo. En todo exorcismo u oración de liberación se debería hacer uso de la santidad y el poder de la Palabra del Altísimo.
10 Dios hace uso de las cosas físicas para producir efectos espirituales. Eso era válido tanto en el Antiguo Testamento, como en el Nuevo, y por supuesto también para el exorcismo. Algunos desearían que el exorcismo fuera más “puro”, más basado sólo en la fe sin necesidad de otra cosa, sin intervención de nada “extraño”. Pero frente a esta opinión es como si Dios dijera: quiero obrar del modo que elijo; y no me gusta que me pongan límites.
11 El exorcismo, el arte de exorcizar, es como Dios ha querido, no como lo hemos diseñado los hombres.
12 La longitud de un caso Dios la usa para llevar a la santidad.
13 Los demonios entran porque ellos quieren, y Dios lo quiere para que sean santos.
14 Dios quiere algo más que la liberación.
15 Cada exorcista que se dedica a este ministerio de forma permanente debería escuchar a Jesús diciéndole: Tú no estás aquí para ser un médico, ni un doctor, sino un padre.
16 Después del exorcismo hay que hablar con los posesos. Hablar antes del exorcismo y después es muy importante. No se puede acabar el rito y decirle al poseso vuelva el día tal a tal hora. El exorcista debe sentirse padre de ese alma. Tiene que excitar amor y compasión por ese poseso en su corazón de pastor. Pues cuanto más le ame, más poderosa será su oración por él.
17 En todos los preceptos del Antiguo Testamento relativos al cuerpo lo que buscaba Dios era la obediencia, pero también no sólo era obediencia lo que había en esos preceptos, sino también una simbología que conllevaba una profunda teología del cuerpo. El precepto ha pasado, pero no el símbolo que fue y será verdadero, aunque a veces muy profundo. También es muy interesante leer Gálatas 5 y meditar el capítulo entero para entender esta teología del cuerpo que subyace en la posesión.
18 Dentro de esta teología del cuerpo que supone la existencia de la posesión, se ha de entender que existe un poder especial, único, en los esposos para expulsar demonios del cónyuge a través de la oración y la petición a Dios del uno por el otro.
19 Hay acciones que se hacen con el cuerpo que someten a esclavitud.
20 Las leyes de Dios nos llevan y mantienen en la libertad para la que nos liberó Cristo.
21 A la gente desgraciada que nos llega, que nos llega pidiendo, suplicando, su liberación. Es necesario que el exorcista les haga entender del modo más íntimo que las leyes de Cristo dan esa libertad, así como ciertas otras acciones encadenan al alma. El demonio poseyendo el cuerpo es sólo la apariencia visible de un encadenamiento peor que es el del alma. La liberación del exorcismo se circunscribe y subordina a una liberación mayor, integral y eterna.
22 Caminad bajo la guía del Espíritu Santo y no deis satisfacción al deseo de la carne (Gal 5, 16).
23 Pero los de Cristo Jesús crucificaron la carne con las pasiones y deseos (Gal 5, 24). Sin ninguna duda al demonio no le gusta estar en un cuerpo crucificado con Cristo. Al demonio le gusta estar en un cuerpo entregado a todos los placeres y pasiones, pero no le gusta estar en un cuerpo que cada vez se está convirtiendo en una imagen del Crucificado, que cada vez más le recuerda a Cristo. Si tiene horror a una imagen del Crucificado, cada vez irá teniendo más horror a un cuerpo que se va crucificando más y más en la negación de toda baja pasión.
El exorcista tiene que hacer comprender al poseso que con oración y actos de virtud, ese cuerpo se tiene que ir convirtiendo en una morada cada vez más desagradable para él, hasta llegar a ser una tortura para el demonio el estar en ese cuerpo.
24 El cuerpo de un eremita del desierto, de un asceta, sería la peor prisión de un demonio, peor que el infierno. Pues el eremita, el asceta, es ya una imagen de Cristo crucificado. Si el demonio tiene horror al crucifijo que es un objeto, mucho más horror le produce una imagen viviente del Cristo crucificado.
25 Ni el demonio quiere poseer el cuerpo de un asceta, ni el asceta desea dejar de sufrir por Cristo. ¡Celestial ironía, maravilla de este mundo y del otro!: ni el demonio quiere entrar en ese cuerpo, ni el asceta no quiere que no entre. El demonio quiere hacer sufrir y el asceta desea sufrir. Pero el demonio no quiere padecer estando en ese cuerpo santificado por la penitencia, y el asceta justamente desea sufrir en ese cuerpo que se ha convertido en valiosísimo instrumento para mostrar su amor a Dios.
26 El cuerpo esclavo del pecado acaba siendo esclavo del sembrador del pecado. El que siembra la semilla justamente contraria, la virtud, acabará entregando ese cuerpo completamente a un nuevo Señor. Y entonces será ese nuevo señor el que luchará por el cuerpo que le ha sido entregado.
27 El proceso del exorcismo es como una cadena. Hasta que no se ha roto un eslabón no se empieza a debilitar el siguiente eslabón.
28 El exorcista durante el exorcismo no ha de repetir una y otra vez las órdenes. Pues si tratamos de romper el eslabón erróneo, ya podemos repetir una orden cien veces que no lograremos nada. Las órdenes al demonio han de ser dadas una vez (o pocas) con fe. Si no se logra lo que se ordenaba, hay que entender que en ese momento no era esa la orden que había que dar.
29 El exorcista durante el exorcismo debe centrarse en Jesús, no en el demonio. Muchos sacerdotes están más pendientes de preguntar al demonio que de escuchar al Señor a ver qué es lo que inspira. El exorcismo debe estar centrado en la adoración a la Santísima Trinidad. Es Dios quien inspirará sin palabras qué eslabón de la cadena es el que hay que quebrantar.
30 Es muy conveniente que las personas del equipo del exorcista se consagren a María.
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